Nueva York de cine: La ciudad de los sueños



La localización de exteriores es para el cine la mejor forma de comenzar bien una película.  Tener el paisaje, el monumento adecuado para contar una historia representa una garantía, un valor intrínseco que está ahí antes de decir por primera vez “silencio, se rueda”. A cambio, el cine ha dado a la geografía algo impagable: la perpetuidad de la imagen. Recordamos cómo era la silueta de Nueva York antes del 11-S, el Madrid de los años 50, la Costa Brava de los 70, el París de la posguerra o la Roma de la Dolce Vita.

Han transcurrido ya casi ochenta años y una de las escenas más frescas que sigue grabada en la retina de los cinéfilos son los cinco minutos finales de la cinta King Kong (Merian C.Cooper y Ernest B. Schoedsack, 1933), cuando la bestia trepa hasta lo más alto del Empire State y espanta a manotazos los aeroplanos mientras sostiene con delicadeza a la protagonista, Fray Wray.

También en las alturas de este edificio, de 443,2 metros, situado en la Quinta Avenida con la calle 34 Oeste, justamente en la azotea, fue donde Cary Grant esperó en vano a Deborah Kerr en Tú y yo (An Affair to Remember; Leo McCarey, 1957). Mejor suerte tuvo Meg Ryan, que allí mismo se encontró finalmente con Tom Hanks en Algo para recordar (Sleepless in Seattle; Nora Ephron, 1993). Pero el emblemático edificio, construido en 1931, de 102 plantas, fue pulverizado por los alienígenas en Independence Day (Roland Emmerich, 1996). De hecho, Nueva York ha sido masacrada sin piedad en numerosas ocasiones. En 1998 fue destruida nada menos que en cuatro ocasiones: en el drama catastrofista Deep Impact (Mimi Leder), la superproducción Armageddon (Michael Bay), la amenaza terrorista de Estado de sitio (The Siege; Edward Zwick) y Godzilla (Roland Emmerich), que muestra una Nueva York lluviosa y devastada por una dragón mutante.

Otros monumentos o edificios de la ciudad han tenido una vida algo más sosegada, acosados solo por una fama insistente, como el célebre Dakota, en la esquina noroeste de la calle 72 y Central Park West, en uno de cuyos sórdidos apartamentos vivía Mia Farrow en el clásico La semilla del diablo (Rosemary’s Baby; Roman Polanski, 1968); o el fotogénico Astonia, un gran inmueble de 2.500 apartamentos, en la avenida Broadway entre las calles 73 y 74, en el Upper West Side de Manhattan, donde vivían Bridget Fonda y Jennifer Jason Leigh en Mujer blanca soltera busca… (Single White Female; Barbet Schroeder, 1992), así como la intrépida Halle Berry en Seduciendo a un extraño (Perfect Stranger; James Foley, 2007).

Travolta, Woody Allen y Martin Scorsese

Quién no recuerda a John Travolta en Fiebre del sábado noche (Saturday Night Fever; John Badham, 1977), cuando anda pavoneándose por la calle, con el Stayin’ Alive de los Bees Gees de fondo, bajo las vías del metro elevado, en Brooklyn, donde se filmaron muchas escenas de esta película. En esta misma localización se rodó una de las persecuciones de coches más trepidantes de la historia del cine. En realidad, Gene Hackman, en The French Connection (William Friedkin, 1971) perseguía un asesino a sueldo que se escabullía en el metro elevado, desde la Avenida Stillwell, por la Avenida Myrtle, y hasta Ridgewood, ya en Queens.

En Brooklyn, y sobre todo en Manhattan, Woody Allen dirigió e interpretó muchas de sus primeras películas, como Annie Hall (1977), Manhattan (1979), Hannah y sus hermanas (Hannah and Her Sisters, 1986) o La maldición del escorpión de jade (The Curse of the Jade Scorpion, 2001). Y Martin Scorsese, otro neoyorquino de pro, ha recogido en sus películas instantáneas espléndidas de la ciudad, como en la pesadilla urbana que es Taxi Driver (1976), el musical atípico New York, New York (1977) o la superproducción Gangs of New York (2002).

Parques, asesinatos y sándwiches afrodisíacos

Las calles y los parques de Nueva York han sido protagonistas de muchas escenas inolvidables. En la Quinta Avenida con la calle 57, delante del escaparate de la joyería Tiffany’s desayunaba con un aire indolente Audrey Hepburn, precisamente en Desayuno con diamantes (Breakfast at Tiffany’s; Blake Edwards, 1961), mientras sonaba Moon River, la famosa canción de Henry Mancini con letra de Johnny Mercer. Unos años antes, las faldas de Marilyn Monroe voleaban a loco sobre la rejilla de metro de la Avenida Lexington con la calle 52 en La tentación vive arriba (The Seven Year Itch; Billy Wilder, 1955).

Al igual que Central Park, Washington Square Park, en la Quinta Avenida con la calle 7, ha sido escenario de muchas películas. Allí, Jane Fonda encontró a un Robert Redford ebrio en Descalzos por el parque (Barefoot in The Park; Gene Sacks, 1967), Meg Ryan planeó su venganza con su amante Sam (Mathew Broderick) en Adictos al amor (Addicted to Love; Griffin Dunne, 1997) y allí mismo fue donde Michael Douglas entregó el dinero a Viggo Mortensen para que callara el plan de matar a su esposa Gwyneth Paltrow en Un crimen perfecto (A Perfect Murder; Andrew Davis 1998).

Y no lejos de allí, en Central Manhattan, concretamente en la calle Houston Este con Ludlow, en la cafetería Katz’s Delicatessen, posiblemente sirvan aún los mejores sándwiches de la ciudad, o al menos eso es lo que parecía Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally; Rob Reiner, 1989) y Meg Ryan escenificó su famoso orgasmo simulado ante la atónita mirada de Billy Crystal y de toda la clientela.

Selección Viajar: Desayuno con estrellas

Hay hoteles que por su fama se han convertido en verdaderos destinos turísticos. El famoso hotel The Plaza (www.theplaza.com) es uno de ellos. Situado en la Quinta Avenida con la calle 59, en una esquina de Central Park, en el Plaza se han rodado muchas películas, como El gran Gatsby, Desayuno con diamantes, Cocodrilo Dundee o Solo en casa. Renovado hace poco, el hotel exhibe una tradición de lujo y una decoración únicas. Posee 282 habitaciones, con 102 suites espaciosas, de entre las que destaca la elegante suite Edwardian.

El Hotel Giraffe (www.hotelgiraffe.com) está ubicado en la esquina de Park Avenue Sur y la calle 26 Este, al lado del parque Madison Square. Ofrece 21 suites con detalles de gran categoría, ocho de las cuales cuentan con un pequeño balcón privado. El glamuroso ático Piano Suite, de 120 m2, dispone de chimenea de piedra, piano de cola, terraza privada y un jardín de 70 m2. Este era el fabuloso apartamento de Mr. Big en la película Sexo en Nueva York (2008).

Grand Hyatt New York (www.grandnewyork.hyatt.com), en la calle 42 Este, al lado de la estación Gran Central, es un coloso de 1.301 habitaciones, renovado a finales de 2011. En su enorme hall aloja obras del escultor barcelonés Jaume Plensa, de entre las que destacan Awilda y Chloe, dos cabezas de mármol de 5 metros de altura. The Algonquin Hotel (www.algonquinhotel.com), en la calle 44 Oeste, entre la Quinta y la Sexta Avenidas, acaba de cumplir su centenario y sigue atrayendo a actores, escritores y visitantes ilustres; aquí William Faulkner escribió en 1950 el discurso de aceptación del Premio Nobel. Dispone de 25 premier suites, 156 habitaciones king o queen y un sólido lema basado en la hospitalidad y el servicio esmerado. También en el corazón de Manhattan, en la calle 55 Este con la Quinta Avenida, The St. Regis New York (www.starwoodhotels.com/stregis) luce un aire refinado y un servicio cordial. Posee 164 habitaciones y 65 suites elegantes, con antigüedades, tapices de seda y un impecable servicio de mayordomo. Destaca también su bar King Cole, con un famoso mural de Maxfield Parrish y, en especial, el restaurante Adour, que dirige el chef Alain Ducasse.