Capricho en Dubái: Oasis de opulencia


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Quién lo hubiera dicho. Dubái fue durante siglos un pequeño pueblo costero, enclavado en una preciosa ensenada, al sur del Golfo Pérsico, en la Península Arábiga, parada usual de la ruta comercial entre Mesopotamia y el valle del Indo. Hasta que muy recientemente, a finales de los años 60 del siglo pasado, dio un enérgico golpe de timón: se emancipó del poder británico y de su desierto interior empezó a manar el petróleo. Miles de barriles cada día. Y gas también. Los petrodólares inundaron las arcas del emir rápidamente y con pasmosa facilidad.

Pero muy pronto también el emirato decidió diversificar su economía y centrarse en el turismo y los servicios. Los proyectos urbanísticos e inmobiliarios en gran escala surgieron por doquier. La ciudad cambió radicalmente. Hordas de turistas de todo el mundo invadieron los inmensos centros comerciales, como el Dubai Mall, posiblemente el mayor del mundo; sus playas, como Jumeirah Beach, y sus colosales centros de recreo y diversión, como Ski Dubai, un recinto monumental para practicar esquí bajo techo. Ahora los ingresos que se obtienen del petróleo y el gas natural suponen menos del 6 por ciento del total.

Dubái es una de las diez ciudades más visitadas del mundo, y espera recibir a 15 millones de turistas en 2015. Se proclama la capital comercial de Oriente Medio. Solo una cuarta parte de la población de la ciudad (2,4 millones en total) es de origen local, el resto procede mayoritariamente del sureste asiático y de Irán, un hecho que la convierte en una de las ciudades más cosmopolitas del mundo. Dubái es la capital del Emirato de Dubái, perteneciente a los Emiratos Árabes Unidos, una federación de siete estados que proclamaron su independencia en 1971.

En tierra y en el mar

La osadía urbanística de Dubái parece no tener límites. La ciudad se ha transformado de arriba abajo en solo unas pocas décadas. Y lo ha hecho a lo grande y sin reparar en minucias. The World, por ejemplo, es un archipiélago de trescientas islas artificiales situado a 4 kilómetros mar adentro que recrea el mapamundi terrestre, mientras que The Palm Jumeirah es una gran isla artificial, en forma de palmera, construida ante la playa de Jumeirah, la más famosa y concurrida del lugar. Precisamente en la misma The Palm se sitúa el hotel Atlantis The Palm, un gigantesco resort que incluye un parque acuático, un acuario sumergido y un delfinario, además de un colosal complejo hotelero de cinco estrellas provisto de diecisiete restaurantes (con más estrellas Michelin por metro cuadrado que en cualquier otra parte del mundo), numerosas boutiques de lujo y siete supersuites espaciosas, con amplios ventanales y sus propios ascensores.

En la playa de Jumeirah destaca el Jumeirah Beach Hotel, un edificio precioso de 26 pisos, en forma de una ola rompiendo sobre la costa, de 93 metros de alto y 275 metros de largo. Posee 598 habitaciones, seis piscinas, playa propia y un parque acuático adyacente. En la misma playa, Madinat Jumeirah es otro extravagante complejo residencial con dos hoteles de lujo, Al Qasr y Mina A’Salam, y el exclusivo Dar Al Masyaf, con 29 casas tradicionales con patio, todo en un estilo arquitectónico de inspiración árabe, rodado de canales navegables. El hotel Al Qasr, en el centro del resort, en una isla artificial, es un auténtico palacio que imita la residencia de verano de un jeque árabe. Dispone de 292 habitaciones y suites decoradas con temas árabes tradicionales. Por su parte, Mina A’Salam, el Puerto de la Paz, recuerda una kasba (las ciudadelas norteafricanas) asomada a un puerto, y se inspira en la arraigada tradición comercial marítima de Dubái.

Viaje al interior

En la ciudad destaca, entre muchas otras construcciones, la torre más alta del mundo, con 828 metros de alto: la Burj Khalifa. Su construcción requirió la dedicación de 7.500 trabajadores durante cinco años, y se terminó en 2009. Posee 160 pisos habitables y cuenta con 58 ascensores, que se elevan a una velocidad de 10 metros por segundo. Su interior aloja el primer hotel Armani del mundo (en las primeras 39 plantas), además de 700 apartamentos privados de lujo (plantas de la 45 a la 108), un mirador (planta 123), un observatorio (planta 124) y oficinas. En el Armani Hotel Dubai cada detalle fue elegido por el diseñador Giorgio Armani con criterios de estilo, confort y funcionalidad. Las paredes curvadas de la torre se revistieron de telas lujosas, los suelos son de tatami japonés y en los cuartos de baño abunda el mármol verde del Brasil.

Aunque en la ciudad de Dubái tanto la vida como las vacaciones transcurren esencialmente en un ambiente urbano próximo al mar o cerca de la amplia ensenada natural que se ha hecho célebre en los últimos años, el emirato atesora también un interesante interior, en parte desértico, con algunas estribaciones montañosas de notable belleza y ampliamente visitadas por los turistas. Así, a tan solo una hora de la ciudad, al pie de las montañas de Hajar, se alza el Hatta Fort Hotel, un alojamiento rodeado por más de treinta hectáreas de jardines. Dispone de habitaciones, chalés de lujo y varias villas distribuidas en dos habitaciones, comedor y sala de estar, jardín privado y fantásticas vistas a la cordillera cercana.

Selección Viajar: Burj Al Arab, el icono de siete estrellas

Burj Al Arab, la Torre Árabe, es uno de los hoteles de lujo más llamativos de Dubái, la ciudad de los Emiratos Árabes Unidos que se asoma al Golfo Pérsico. Se construyó en el mar, sobre una isla artificial, conectada con la playa por un paso elevado de 280 metros de longitud. Tiene 321 metros de altura y su forma recuerda un gran velero. Una grácil vela recubierta de teflón recubre la parte exterior del edificio. Se tardó cinco años en construir y se inauguró oficialmente el 1 de diciembre de 1999. Por sus características excepcionales se autocalifica como el único hotel del mundo de siete estrellas. Se ha convertido en el icono principal de la ciudad.

Burj Al Arab es un hotel un tanto particular, porque carece de habitaciones, si bien cuenta con 202 suites, todas dobles, con superficies de entre 169 y 780 metros cuadrados. Todas las estancias tienen grandes ventanales del suelo al techo, con fabulosas vistas al mar, y poseen salón-comedor, jacuzzi y accesorios informáticos. Hay una profusión de colores brillantes, detalles de lujo (algunos en oro macizo) y televisores de pantalla gigante. Las suites más selectas disponen de mesas de billar, bar de cóctel e incluso un cine privado. Ofrece la posibilidad de encargar la comida y que un chef la prepare en la propia cocina de la suite. Cada piso tiene su recepción y servicio de mayordomo durante las veinticuatro horas del día. Una flota de Rolls-Royce y de helicópteros atiende las necesidades de desplazamiento de sus adinerados clientes.

El hotel ofrece también el Assawan Spa and Health Club con selectos tratamientos de bienestar, relajación y rejuvenecimiento. Dispone de seis reconocidos restaurantes, como Al Muntaha, situado bajo el nivel del mar y con un gran acuario en su parte central, y Al Mahara, a 200 metros de altura, sobre una plataforma voladiza de 27 metros, al cual se tiene acceso mediante un ascensor panorámico. Está considerado uno de los mejores restaurantes del mundo especializado en marisco, y sin lugar a dudas ofrece una de las más soberbias panorámicas de la ciudad.