Noreste de Australia: El bosque y el coral




Después de una caminata de una hora por lo más profundo del bosque, el guía se detiene y hace un gesto para pedir silencio. El grupo avanza lentamente hasta llegar al borde de una charca al pie de una cascada. De repente, se ve a un ornitorrinco que chapotea alegremente, ajeno a los extraños que se asombran, encantados de observar en su medio natural a uno de los animales más extraños del planeta. A su alrededor, la floresta antigua del noreste de Queensland mantiene su aspecto sombrío y primitivo, y sólo se oyen los murmullos apagados del viento, el agua y algún pájaro que revolotea cerca de las copas de los árboles, a más de 40 metros de altura. A pocos kilómetros de distancia, sin embargo, el mundo es completamente diferente, y miles de peces de colores brillantes nadan entre los arrecifes de coral, entre aguas cálidas y luminosas, donde se ha podido bucear el día anterior a la excursión por el bosque.

Naturaleza excepcional

En los alrededores de Cairns, la ciudad más importante de la costa septentrional de Queensland, se da un fenómeno único. Los restos de los bosques que antaño cubrían buena parte de la península de Cabo de York —ese cuerno triangular que corona Australia— y que apenas han evolucionado en millones de años se extienden hasta la misma orilla del océano, en la zona en que la Gran Barrera de Arrecifes más se acerca al continente. Aquí se produce el encuentro de dos de los ecosistemas más variados y apasionantes del planeta. Ambos, cada uno por su lado, son considerados por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en razón de sus excepcionales características naturales.

Cairns es, por tanto, un buen lugar para iniciar el viaje en busca de estas dos maravillas de la naturaleza. Hay distintas posibilidades en sus alrededores para explorar los bosques, ese mundo oscuro y primigenio que ahora se conserva como un verdadero tesoro. Se pueden visitar desde Kuranda —adonde se llega en un tren de vagones de madera, en un viaje que revive la historia de los buscadores de oro y estaño de hace un siglo—, en Daintree —en la zona de Cape Tribulation (el “cabo de los sufrimientos”, como lo llamó el capitán Cook en 1770 mientras recorría esta costa para elaborar el primer mapa)—, o en Wooroonooran, un Parque Nacional mucho menos conocido y visitado.

La Gran Barrera

En cualquiera de estos lugares se descubre el vestigio intacto de los bosques lluviosos que cubrían buena parte de Australia hace 50 millones de años. En esta zona aparecen árboles gigantescos, y algunos llegan hasta los 50 metros de altura, como los kauris, una de las especies más espectaculares de los bosques de todo el mundo, cuyos ejemplares alcanzan centenares de años. Al adentrarse en este reino umbrío el viajero oye los gritos de aves ocultas en lo más profundo del follaje, y a veces se encuentra con nubes de mariposas azules. La masa forestal desciende hasta la costa, y el verde denso y oscuro de la vegetación roza el mar en la zona de manglares. A veces hay una línea blanca de arena para separar ambos mundos. Los ríos forman estuarios en los que abundan los cocodrilos, animales muy peligrosos a los que hay que tratar con enorme precaución. Entonces, bajo el mar, aparece la Gran Barrera, la estructura creada por seres vivos más grande del planeta. Se extiende a lo largo de 2.000 kilómetros, paralela a la costa del noreste de Australia. Por el Norte llega casi hasta Papúa Nueva Guinea, y por el otro extremo, hasta el trópico de Capricornio.

Paraíso del buceo

Pero la Gran Barrera no es una estructura única sino la sucesión de distintos arrecifes. De hecho, está formada por más de 400 especies diferentes de corales. Para que se desarrolle de manera idónea se requiere una serie de condiciones, como la claridad, poca profundidad y alta temperatura de las aguas. En el conjunto de la Gran Barrera se han identificado más de 1.500 especies de peces y 4.000 de moluscos, lo que conforma un espectáculo de primera magnitud, y siempre aparece en los primeros puestos en todas las listas de los mejores lugares del mundo para bucear. Sumergirse en estas aguas cálidas y transparentes es adentrarse en un mundo de luz y silencio, un paisaje completamente distinto al de tierra firme, habitado por animales que parecen competir en vistosidad. Hay bandadas de peces de nombres sugerentes —ángel, papagayo, mariposa, payaso—, pero también anémonas, moluscos y corales de todos los tamaños, formas y colores.

Toda esta región, con sus diferentes ecosistemas, alberga distintas especies de animales, muchas de ellas endémicas de Australia. En los bosques se encuentran el koala y el ornitorrinco, en algunos rincones de la Gran Barrera perviven todavía el manatí —el animal que dio origen al mito de las sirenas— y la tortuga verde, y en las planicies del interior proliferan el emú y el casuario —grandes aves incapaces de volar—, además del canguro. Animales extraños, algunos verdaderos fósiles vivientes, propios de un territorio diferente, apartado del resto del mundo.

Selección Viajar: Refugios intactos

Queensland es el Estado vacacional de Australia, por lo que la oferta hotelera es muy buena y variada, asequible a todos los gustos. Hay lugares excepcionales, como el Lizard Island Resort (www.lizardisland.com.au), un verdadero refugio de lujo en una islita al norte de la Gran Barrera de Coral. Se hace difícil elegir entre una de las 24 playas de la isla, una expedición de pesca de altura o una inmersión en The Cod Hole, un afamado lugar de submarinismo que se encuentra a poca distancia. La isla es un Parque Nacional de mil hectáreas en donde hay cabida sólo para 40 suites de lujo. La oferta se completa con un restaurante y un Spa de primer nivel. Una oferta que está al nivel de la belleza prístina del lugar.

Otro lugar excepcional es Qualia (www.qualia.com.au), un resort enclavado en el extremo septentrional de la isla Hamilton, una de las 74 que forman parte del archipiélago de las Whitsunday. Situada a 16 kilómetros de la costa continental, Hamilton Island conforma el extremo oriental de la barrera coralífera más larga del mundo. El 70 por ciento de la isla está declarado Parque Nacional, lo que ofrece un espléndido lugar para explorar en busca de naturaleza intacta. El resort se compone de 60 pabellones situados de forma que la privacidad se convierte en uno de los objetivos más deseados. A ello se puede añadir la posibilidad de pasar un día en una playa solitaria: el staff del hotel se encarga de depositar a la pareja con una cesta de picnic y un equipo de aletas, máscara y tubo para pasar unas horas de tranquilidad.

Completamente diferente es la propuesta del Daintree Eco Lodge & Spa (www.daintree-ecolodge.com.au), un conjunto de 15 casas enclavadas en medio del bosque más antiguo del planeta. Es una base ideal para adentrarse en los secretos del bosque que se asoma al océano. El lodge, situado junto al río Daintree, a menos de dos horas de carretera al norte de Cairns, está especialmente concebido para disfrutar de la naturaleza al tiempo que el viajero conoce diferentes aspectos de los kulu yalanji, la cultura aborigen que habita la zona desde tiempo inmemorial.